Evangelio del deseo

No es el fin del mundo.
Es el orgasmo eterno del universo.

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“En la ciudad todos parecían disputar el mismo premio: un cuerpo que se escurría como agua caliente entre las manos. No había oro ni diamantes. La verdadera corona era la piel. Una piel que ardía como una antorcha, que podía encender edificios enteros si alguien la rozaba.”

“El Apocalipsis no vino con trompetas, sino con gemidos. No con ángeles, sino con monstruos bellísimos que surgieron de los deseos reprimidos: hombres con pechos de leche, mujeres con falos dorados, criaturas con múltiples sexos que se multiplicaban como enjambres divinos.”


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